domingo, 16 de mayo de 2010

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

“…Estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”

Enseña San Lucas, en el último verso de su relato Evangélico, que los primeros discípulos, y apóstoles de JesuKristo, luego de la Ascensión del Maestro, vivieron en “gran gozo, y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”. Esto es un fruto maravilloso del Espíritu Santo, por la gloriosa Resurrección de nuestro Señor JesuKristo.

Si hoy, la mayoría de las gentes viven en falso gozo, en gran tristeza, y a muy pocos les interesa estar en el templo, bendiciendo a Dios, es el gran signo de que no han hecho experiencia de Encuentro con JesuKristo, vivo, Resucitado de entre los muertos. Tal vez para ellos, JesuKristo es una especie de fantasma o amuleto, al que se le tiene miedo o se usa para superar miedos.

Así, lo más urgente, el reto fundamental, dice “Aparecida” es favorecer de la mejor manera posible, el Encuentro de nuestras gentes con JesuKristo vivo, Resucitado. Sin esta experiencia de vida todo resulta fastidioso e inútil.

Anoche un jovencito, que recientemente hizo la primera comunión, me dijo: “estaba en la misa; pero, no!..., yo me vine. Éramos ‘poquiticos’ y... yo estaba muy aburrido. Todas las noches el rosario, y después empiezan ha hablar la misa. ¡eso es muy largo!... ¡yo me vine !...”, y haciendo silencio, fijo sus ojos en la pantalla del televisor, que transmitía una de esas películas, con pelotera y todo.

Luego de un instante de silencio, le dije: “¡Y la televisión no te aburre!... uno se pasa media hora, una hora, varias horas con programas bobos que lo hacen a uno mudo, y hasta incapaz de pensar con criterio propio, y saludable. Y eso, ¡va ser mejor que la Santa Misa!... El jovencito nada me respondió, estaba concentrado en esa pelea de película. Insistí, y le pregunté: ¿No te aburre el fútbol?... casi una hora detrás del mismo y único balón, repitiendo y repitiendo las mismas jugadas, y que ¡falta!, ¡faul!, siempre lo mismo, ¡uuy mano!... ¡no!, la embarró; bien, gooool, y vuelve a lo mismo. Al final, lo único válido, el ejercicio físico; pero en ese fútbol de televisión, ni ejercicio físico, pura bobería. Ver ese fútbol de televisión es igualito a ver los candidatos a la presidencia, y a todo: ¡siempre pierde Colombia!... En cambio en la Santa Misa nadie pierde, todos ganamos... El jovencito, me di cuenta, no me prestaba atención; había comenzado el partido de la selección.

Después de las primeras jugadas, el jovencito se levantó, me dijo, “¡no Padre, usté’si es aburri’o”, y salió corriendo. Luego escuché el griterío de todos, en la casa vecina. Allá tampoco les gusta rezar el Santo Rosario, ni leer la Santa Biblia (televisor si tienen, y nevera y equipo de sonido, y ahora compraron moto). A esos no les gusta ir a la Santa Misa.

Los primeros discípulos y apóstoles de JesuKristo, luego de la Ascensión del Maestro, vivieron en “gran gozo, y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”.

La primitiva Iglesia padeció mil dificultades, pero ninguna los apachurró. Era que como dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 4, verso 32, “la multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma”, y enseña también el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 2, verso 42-46, que los primeros cristianos “acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del Pan y a las Oraciones... todos los días se reunían en el templo con entusiasmo, partían el pan en las casas y compartían sus comidas con alegría y con gran sencillez de corazón”.

Sin lugar a dudas, esta es La Pax, esta es la Pax Verdadera, esta es la única Pax posible entre los seres humanos. Imposible buscar otra Pax. Ningún candidato político es La Pax, la Pax no es simplemente humana, La Pax es JesuKristo. JesuKristo es nuestra Pax. JesuKristo nuestra Pax, nos quiere en Comunión Misionera, en Común Unión, consagrados a su Obra Misionera de Santidad y Salvación, en asamblea de alabanza, en asamblea de Oración, en asamblea de gentes que, aún en medio de la miseria y las dificultades, construyen juntos pequeñas y grandes Obras de Pax. Nos salvamos cuando hacemos comunidad, comunidad que Ora y hace Obras inspiradas en la autenticidad de su fe y de su Amor.

“Alababan a Dios y se ganaban la simpatía de todo el pueblo; y el Señor agregaba cada día a la comunidad a los que quería Salvar”. Así enseña San Lucas en su relato de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 2, verso 47.

Hoy da mucha tristeza observar la realidad de nuestras comunidades cristianas. Los más fervientes que parecieran ser, los que se llaman cristianos, no católicos, son simplemente cincuenta o cien personas máximo, en un garaje que llaman templo; y cuando van a formar la “algarabía” se juntan los de varios garajes para impresionar, y se comportan como los hipócritas: “...les gusta orar de pie en las esquinas de las plazas, para que las gentes los vean...” letanías de gritos que se repiten sin fin y gran espectáculo. Ellos creen que por mucho hablar, van a ser más escuchados. No todo el que dice Señor, Señor, aleluya, Gloria a Dios, entrará en el Reino de los Cielos. Son denuncias del mismo JesuKristo en el Santo Evangelio, según San Mateo, capítulo 6 y 7.

Los primeros discípulos y apóstoles de JesuKristo, luego de la Ascensión del Maestro, vivieron en “gran gozo, y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”.

Es urgente, como dice Gonzalo Gallo unirnos como Iglesia católica para superar lo que hace aburridas, nuestras asambleas de Oración: “Rito vacío, rezo mecánico, rutina, repetidera, recolecta y regaño”; Estas erres impiden la celebración gozosa de la Vida, a quienes tenemos la certeza de que JesuKristo, quien ascendió al cielo, volverá de la misma manera como los apóstoles lo vieron ir (Hechos 1,11).

Pero, ¿Por qué tan poca gente en el templo?... Esta es una gran pregunta. Y para una gran pregunta, debe existir una gran respuesta: ¡Por qué no han sido revestidos de lo alto!...

¿Veamos nuestras asambleas de católicos?... Muy poquitos en relación a la población existente. En una población de 75.000 habitantes como Aguachica, esto es que 5.000 asistan a la Santa Misa, y de estos 5.000, ojalá mil participaran cantando, respondiendo, escuchando la Santa Palabra con devoción, comulgando y asumiendo los compromisos misioneros del Cristiano en Espíritu y Verdad. En una población de 10.000 habitantes, no pasan de mil personas, tal vez son quinientas las que frecuentan el templo, y cuando más diez personas acompañan al párroco en la práctica organizada del Santo Evangelio. Personalmente, creo que estamos mal, bastante mal, ¡como me gustaría equivocarme en esto que estoy afirmando!...

¿No estará por aquí, una de las causas más profundas de tanta violencia y maldad entre los seres humanos?... ¿No estará en este desinterés por lo espiritual, y en este aburrirnos en las asambleas de Oración, una de las causas más profundas de nuestra angustia y tristeza sin fin?...

Cien personas, en una población de mil personas es apenas el diez por ciento; ¡muy poquitos!... Los otros novecientos, la mayoría, ¿dónde están?... Es la parábola de la oveja perdida, a la inversa. Jesucristo habló con angustia, de 99 ovejas en el rebaño, y una perdida; hoy son 99 pérdidas, y una en el rebaño. Si era grave para JesuKristo tener una oveja perdida, cuanto más lo es, tener 99 ovejas perdidas y una solita en el rebaño. En una población de cien mil habitantes con seis parroquias: dos de ellas, reúnen seis mil habitantes; las otras cuatro de a mil, cada una, y eso es mucho decir, son cuatro mil, y seis mil, son apenas diez mil; haciendo cuentas alegres; y los otros noventa mil, ¿dónde están?...

¡El problema de la vida espiritual de nuestra sociedad hoy, es gravísimo!...

La gran pregunta: ¿Por qué tan poca gente en el templo?...

La gran respuesta: ¡Por qué no han sido revestidos de lo alto!...

“Yo les enviaré lo que mi Padre ha prometido; ustedes quédense en la ciudad, hasta que sean revestidos de la fuerza de lo alto”.

Y por qué la mayoría de las gentes, ¿no han sido revestidas de lo alto?... El problema, definitivamente es Misionero... La mayoría de las gentes no han sido Evangelizadas, quienes quedamos en el rebaño de JesuKristo parecemos apóstoles de sábado santo, sufrimos de “Pereza Apostólica”, no hemos celebrado nuestro encuentro personal con JesuKristo vivo, Resucitado, y por ello, no somos Discípulos Misioneros, ¡hay muy pocos Discípulos Misioneros Testigos del Evangelio!...

“...esta escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Y ustedes son testigos de esto”.

Los que hicieron experiencia de la Resurrección de nuestro Señor JesuKristo, fueron llevados por él a Betania, el pueblo de los amigos de Jesús, el pueblo de Lázaro, Martha y María, el pueblo del que JesuKristo Resucita, del que JesuKristo salva de la muerte, el pueblo de los que creen en la Resurrección (No te he dicho que si crees, verás la Gloria de Dios!... dijo Jesús, en Betania, conversando con su amiga Martha).

Los que fueron llevados a Betania, hicieron experiencia de la Ascensión del Señor Resucitado; y por ello, “estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”.

Si el Templo no es nuestra Casa EsKuela de Oración y de Comunión Misionera Católica, quiere decir que no hemos hecho experiencia de JesuKristo Resucitado, que no nos hemos encontrado con él; y que por lo tanto, no hemos sido llevados a “Betanía”, no conocemos lo que ocurre cuando uno forma parte del pueblo de los amigos del Maestro, del pueblo que cree en la Resurrección.

Quienes pertenecemos al pueblo de los amigos de Jesús, necesariamente sentimos la necesidad y la alegría de “estar siempre en el templo bendiciendo a Dios”, y JesuKristo desde el Padre cumple su promesa: Nos envía el Espíritu Santo y “somos revestidos de la fuerza de lo alto”.

Por: PADRE JESÚS ANÍBAL

CONTRA TIEMPOS DE VIOLENCIA, ORACIÓN Y OBRAS DE PAX.

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